Los movimientos elásticos del trampolín mantienen la red de la fascia flexible y elástica. Para los pueblos primitivos que caminan descalzos sobre suelo natural, no hay prácticamente ningún problema con el sistema musculoesquelético. Nuestros hijos también son un indicio de ello. Disfrutan corriendo, saltando y escalando. Esta necesidad natural de moverse mantiene nuestras fascias saludables. Al sentarnos frecuentemente, así como al caminar y estar de pie en un terreno duro y plano, interferimos devastadoramente con nuestro patrón de movimiento natural, que sería el siguiente: caminar descalzos sobre un terreno desigual y que cede. La tensión, el dolor y el desgaste son el resultado.