Es habitual oír, incluso a especialistas médicos, que los huesos necesitan impactos para que no merme la densidad ósea. Esta afirmación se basa en la «ley de Wolff» aunque se simplifica demasiado reduciéndolo tan solo a «impactos» y es una pena, porque los huesos no necesitan impactos, siempre dañinos, sino mucha carga. El calzado kybun consigue que los huesos reciban dicha carga en abundancia y, desde luego, mucho más de la que le aporta un zapato normal, porque el calzado kybun no solo es suave, sino que está amortiguado.
Es habitual oír, incluso a especialistas médicos, que los huesos necesitan impactos para que no merme la densidad ósea. Esta afirmación se basa en la «ley de Wolff» aunque se simplifica demasiado reduciéndolo tan solo a «impactos» y es una pena, porque los huesos no necesitan impactos, siempre dañinos, sino mucha carga. El calzado kybun consigue que los huesos reciban dicha carga en abundancia y, desde luego, mucho más de la que le aporta un zapato normal, porque el calzado kybun no solo es suave, sino que está amortiguado.
Los movimientos elásticos y suaves (tipo trampolín) incrementan la carga sobre los músculos, sobre las articulaciones y, por lo tanto, también sobre los huesos.
Lo mismo pasa al caminar con el calzado kybun, ya que consigue aportar una carga mucho más variada e intensa, que los impactos, nocivos y casi siempre monótonos, de un zapato normal sobre suelo plano. La ley de Wolff y muchos estudios posteriores no se centran en la densidad ósea, sino más concretamente en el fortalecimiento y la resistencia de ligamentos, tendones y cartílagos, los cuales también adquieren más estabilidad al caminar con el calzado kybun.